Mike Amigorena: "Me aburre que me sigan tildando de rarito"

Domingo 22 de Enero de 2017, 16:53

Recuperar la pasión gracias a Tomás. Su personaje, ex tenista exitoso, le permitió a Mike volver a agarrar la raqueta y despuntar el vicio. Foto: Rubén Digilio



Tiene short, zapatillas, sudor en la frente, y polvo de ladrillo en la suela. Y agarra la raqueta como el que sabe. Ese universo, se le nota, no le es ajeno. Es más que un actor haciendo de tenista. Se ve a alguien que apeló, tal vez sin proponérselo, a su memoria emotiva. Hay un jugador escondido en la silueta de Mike Amigorena. “Toda mi vida jugué. Tuve profesor, pero no tengo el temple del tenista. Juego mal y me autoderroto psicológicamente. Pero ahora, con Tomás, salió a relucir la vieja pasión”, dice, de la mano del personaje con el que mañana volverá a la televisión.

A partir de las 22, por El Trece, será uno de los cuatro protagonistas de Quiero vivir a tu lado, la nueva ficción de Pol-ka, que plantea, en clave de comedia, el amor colado en el laberinto de la amistad. En la historia, su personaje y el de Paola Krum (esposa de su mejor amigo, interpretado por Alberto Ajaka) asumen un sentimiento que tenían arrinconado. Amparado a la sombra de un árbol, en la serenidad de un club de regatas de Tigre -donde graba junto a Florencia Peña (ver Las dos familias)-, almuerza con la ropa del juego y se engancha seguido con la figura narrativa del deportista adentro de una cancha.

Mientras los 34 grados de térmica intentan modificar la escena, él come tranquilo -y ofrece, claro- el pollo a la portuguesa que se llevó en una vianda desde su casa. Amigorena es de esos entrevistados que hacen de un nota un encuentro. Y de un encuentro, una charla con varias puertas vaivén alrededor. Se entra, se sale, se vuelve a entrar.

“Siempre me gustó el mundo del tenis... Me encantaba ver a Björn Borg, a John McEnroe, a Guillermo Vilas, a Jimmy Connors. Te hablo de tipos que me deslumbraban de chico. Ahora cambió el juego... Bueno, ¿sabés qué siento? Que ya no hay nada como antes”, invita a la pregunta.

-¿Hablamos del tenis o de la vida?

-De la vida. Todo ha sufrido como un deterioro de esperanza. La mano de obra, la ejecución, todo es pobre. Ayer hablaba de esto con el apuntador y le decía que había dejado de creer en el hombre. No creo más en lo que seamos capaces de hacer. Es muy difícil vivir así, porque soy un tipo feliz, privilegiado, hago lo que quiero, me divierto en el trabajo... Pero si yo pudiera me apagaría. Es decir: me levantaría del restaurante. No me estoy quedando con hambre, no quiero comer más. No creo que esto vaya a estar mejor, no creo que el sur humano esté concebido para mediar. Por eso se me complica pensar en tener hijos... ¿Cómo voy a traer un hijo a este mundo? Ahora estoy soltero, pero estoy preparado para tener hijos. Pero volviendo al tenis, mirá adónde me fui... Bueno, antes había un estilo, vos te posicionabas en distintos lugares, te movías, sorprendías, gozabas, ofrecías un espectáculo. Ahora te parás delante de la pelota y, en general, pegás con toda tu fuerza, porque lo que vale es ganar como sea. Y no, no hay que ganar como sea.

-¿O sea que serías más Menottista que Bilardista?

-Claro, a mí me gusta el juego, la mística del juego. Qué sé yo, tengo muchos pensamientos mezclados, estoy medio pesimista con el hombre. Ahora, volviendo al concepto de la vida, no puedo entender que en 2017 estemos como estamos. Porque cuando vivía en Mendoza -donde nació- y tenía 20 años decía ‘Uy, lo que va a ser esto en el 2000, va a ser todo mucho mejor, vamos a aprender un montón, todo se va a arreglar’.

-¿Y qué sentís que pasó?

-Que está todo peor. Hay hambre, estamos peleados por todas partes, no se respeta siempre la libertad. Hablo de la sociedad, hablo de la especie.

-En ese panorama que pintás, ¿en qué baldosa te parás?

-Me propongo no buscar la pugna, no ser fanático de nada, ponerme en el lugar del otro. Esas son las mejores religiones. Hay ignorancia y necedad detrás del fanatismo. Yo no puedo no respetarme. Porque si no me respeto quedo expuesto, no soy preciso... ¿Puede ser un costado egoísta? Puede ser, sí.

-¿Tiene un costo eso?

-La realidad es que nunca estuve mejor con alguien que conmigo, me conozco, me entiendo. Pero, ojo, yo necesito la soledad para estar íntegro con el otro, para la comunicación, para trabajar en grupo.

Mike Amigorena: "Me aburre un poco que me sigan tildando de rarito"

Volver al Interior. Mendocino, Amigorena se compró un terreno en Calamuchita, junto a unos amigos, para vivir como en una colonia.

Sin que él lo supiera, la gente que había participado en la escena dentro de la cancha hablaba maravillas de su generosidad, de su sentido del humor, de su liderazgo por contagio. El comentario de esa situación lo lleva a reconocer que “ése es mi don. Yo suelo estar en los lugares para que pase eso, para que te desobligues, para que tengas seguridad y no tengas miedo. Pero para lograr eso debo estar en eje. Lo bueno es que es algo que sale orgánico, no es que me siento obligado a imponer armonía o ser el payaso. También tengo mis momentos: soy un niño o un señor grande fastidioso al que todo, de golpe, le molesta. Y, en el medio soy éste, de 44 años.

Come el pollo con tenedor, saborea el hueso con la mano, disfruta del ritual de la comida, como si el grabador no estuviera. Y de pronto se abre la puerta virtual de lo que hace cuando no aparece en pantalla: “Yo suelo pasar un tiempo sin estar en la tele, pero laburo en otras cosas de la actuación o en la música”.

-¿Y cuándo no trabajás?

-Toco el piano, voy al gimnasio, no hago nada. Miro documentales en la tele, miro Bendita (El nueve), Infama (América)...

-¿Te tomó la fiebre por las series?

-No, para nada. Tengo Netflix, pero elijo documentales. No entiendo eso de ver seis temporadas en dos días. Hay muchas cosas que no entiendo del medio... Como esa cosa efímera de los panelistas que cambian, y saco a uno y pongo a otro de otro palo y así. Es lo que hablábamos hace un rato: ahora todo indica que hay que pegarle fuerte, alto y lejos.

-Y vos, conceptualmente, ¿cómo sos adentro de la cancha?

-Si tomamos al tenis como referencia, en la vida soy una persona que toca suave, que necesita un peloteo para ver luego dónde define, que necesita un peloteo corto para ver de cerca al que tiene enfrente.

-¿En medio de ese planteo puede haber un golpe inesperado?

-Obvio. Y con el marco. Si no, sería todo un embole. Además yo no sé planificar. En cuanto intento ser cómo se supone que debería ser, me quiebro. Tengo que ser yo, no puedo caretear. Por suerte ya me acepté y siento bienestar. Aprendí a saber qué hacer con lo que soy. Me encanta conocerme.

-¿Es por adoración propia?

-No, ¿estás loca? Me torro de mí, tengo que sacar las plumas en algún momento. Las técnicas las uso para no engañarme y no engañar.

-¿Ya no hace falta usar polleras?

-Ya no, fue una estrategia. Y una comodidad, también.

-¿Te molesta que algunos te sigan definiendo como una persona rara?

-No me molesta, pero me aburre un poco que me sigan tildando de rarito. Ya está muchachos, somos grandes. Esos son los que no me entienden. Y cuando alguien no te entiende, lo fácil es poner el asunto afuera. Yo soy el mismo nene que jugaba en Mendoza. Soy el mismo con menos hambre, entonces está más quieto: antes era más estratega, ahora bajó todo. Por eso me compré, con dos amigos, un campito en Calamuchita. La idea es vivir en una colonia: vamos a tener un lugar en común, vamos a criar animales, a comer de lo que produzcamos, hasta que necesite venir a Buenos Aires. No quiero estar en contacto con esto todo el tiempo.

-¿Y si la vida te cruza un amor?

-Lo sumo a la colonia. Puedo armar familia, claro. Yo tengo el botiquín lleno para ser papá, con pañales, con todo, más allá de que, como te decía, se me haga difícil traer a un bebé a este mundo. De todos modos, me veo padre. Me falta un amor y que llegue el niño. Antes el único niño posible era el que yo llevo dentro.

El se abre tanto como las puertas vaivén que uno puede imaginar en ese club de Tigre. Y por ahí asoma alguien encendido, que de raro tiene la etiqueta, nomás.

RECUADROS

-Las dos familias de la historia

Los Justo: el matrimonio top de una ex modelo y un ex tenista

Mike Amigorena: "Me aburre un poco que me sigan tildando de rarito"

Los Justo. El clan que comandan Mike Amigorena y Florencia Peña.

Tomás (Mike Amigorena) y Natalia (Florencia Peña) fueron un matrimonio súper codiciado por la prensa: él, exitoso tenista, carismático y buen mozo, y ella, una bonita modelo buscada para las tapas de revista. Ahora los dos son ex, pero no viven de evocar la gloria. Se llevan bien, representan una clase media de buen pasar y tienen dos hijos: Pancho (Jeremías Batto) y Juana (Malena Narvay). Un personaje pintoresco de la familia es Marcela (Muriel Santa Ana), hermana de él.

Los Romano: una soñadora... y un videogamer

Mike Amigorena: "Me aburre un poco que me sigan tildando de rarito"

Los Romano. La familia que encabezan Alberto Ajaka y Paola Krum.

Amigo íntimo de Tomás, Alfred (Alberto Ajaka) es un apasionado de los videojuegos: es campeón de “Galaxa”, un jueguito de naves de los ‘90. Habla mucho, tal vez demasiado, lo que a veces le despierta a su esposa, Verónica (Paola Krum), un poquito de vergüenza. Ella es sensible, ubicada, frágil. Siempre está para ayudar al otro. Tienen dos hijos: Pedro (Julián Serrano) y Elena (Narella Clausen).

-Su nuevo rol en la música: "Soy una especie de Sandro, más Palito y Rod Stewart"

Fue la voz y alma de Ambulancia -la banda en la que compartía escenario con Muriel Santa Ana, que ahora será su hermana de ficción-, se probó en distintos géneros, formó el grupo Mox (en el que, entre otras cosas, cantaba junto a la china Mei Ying Chiu) y ahora goza de la buena aceptación que tuvo su primer disco solista, Amántico. Y hace un año y medio que toca el piano.

“La música es mi vida, está en mí desde que era así”, y la mano de Mike Amigorena se va bien abajo, cerquita del suelo. “Estoy feliz con este álbum, con cómo suena, con la certeza de que terminó siendo lo que quería. Una vez que la tira salga al aire voy a poder dedicarme a armar algunas presentaciones con la banda... Te hablo de shows particulares”, comparte con más deseo que fechas agendadas.

-¿No estás para un gran teatro?

-No, todavía no. Hay que dedicarle un poco más a la cosa. Estoy para ese salto, pero otra cosa es el material. Amántico está buenísimo, pero hay que darle de comer seguido, porque es un volantazo que pegué. Yo venía de cantar en inglés, del estilo muy particular de Mox, y ahora soy una especie de Sandro, más Palito y Rod Stewart. No es fácil de entender el cambio, todavía, aclaro todavía, para el espectador. La gente no lo decodifica del todo. Le gusta, pero cree que es una joda. Y no es una joda. Pensá que vengo de cantar con polleras y una china, y paso a esto, con un perfil más romántico. Me banco el costo. Son todas cárceles de mi libertad. Eso me pasa, ¿ves? Soy preso de mi propia libertad. De tanta libertad, estoy medio cerrado.

 

Fuente: http://www.clarin.com/extra-show/tv/mike-amigorena-aburre-sigan-tildando-rarito_0_H1Gi93AUx.html