Urnas vacías, urnas “embarazadas” y otras trampas del alperovichismo

Domingo 30 de Agosto de 2015, 11:27

Miles salieron a la calle en Tucumán contra las maniobras políticas durante toda la semana. /Foto: Clarín



El trayecto demora menos de diez minutos, unas ocho cuadras entre la sede de la Junta Electoral y la plaza Independencia, y al taxista –un cuarentón corpulento- le alcanza para soltarse y hablar con gestos ampulosos: “El martes vine a la marcha con mi familia porque son todos unos aca (localismo que en esta provincia se usa como mierda), ¡todos! Yo no estoy con ninguno. Soy barrabrava de San Martín, y todos trabajan para los políticos. ¡Todos! ¡Todos aca! Yo no, porque laburo acá y ¿sabés qué? ¿Sabés lo que es esto?”.

Abre la guantera y saca un estuche, corre el cierre y descubre papeles de cocaína: “Para que me creas. Yo laburo con el auto y vendo en la cancha, mañana voy”.

El hervidero que es Tucumán ofrece escenas surrealistas, una secuencia que arranca en la previa de la elección con un clientelismo descarado y los preparativos de la puesta en funcionamiento de la maquinaria electoral, alcanza su punto más alto el domingo con una pelea encarnizada por los votos, con múltiples maniobras y verdaderos combates principalmente entre los punteros peronistas, deja como secuelas las movilizaciones –la primera con una dura represión policial-, denuncias de fraude, reproches internos en el kirchnerismo y otra pelea por los votos en el escrutinio definitivo.

Acaso nada que no suceda hace tiempo y en otras geografías, aunque esta vez pareciera confluir de modo más explícito, con impunidad y sin pudor, y las redes sociales potencian la difusión.

En los días previos crecen la tensión, las pilas de bolsones en los depósitos y las promesas para captar votos. Módulos habitacionales, planes sociales, chapas, camas, colchones, medicamentos y directamente plata: 100 pesos, 200 y las cifras aumentan a medida que se acerca el domingo.

 Los punteros recorren los barrios de bajos recursos y anotan los pedidos a cambio de una fotocopia del DNI o incluso del original, y dicen que van a volver con algo antes de la elección.

Otra parte la entregan el mismo domingo o después. Para muchos de los habitantes de esas zonas el Estado llega únicamente con la asignación universal por hijo, otros planes sociales o pensiones que no alcanzan. A algunos no les devuelven el documento, se quejan en la semana posterior.

No es nada fácil comprometer a un taxista para el domingo. Casi todos ya están contratados –y lo cuentan abiertamente-, con una tarifa de entre $800 y $1500, para arrancar a las 7 con el traslado de los fiscales a las escuelas. La proporción es abrumadora para Juan Manzur y los candidatos a legisladores, intendentes y concejales del Frente para la Victoria por el uso de los recursos del Estado, aunque el Acuerdo del Bicentenario no queda al margen de la contratación de autos.

Tampoco de la entrega de bolsones: el radical José Cano admite en la previa que no puede asegurar que “algún sector” de su espacio no lo haga.

Los preparativos incluyen otro tipo de contrataciones para cubrir lo que no alcanza con la militancia u ocupar espacios para inclinar la cancha o directamente hacer trampa.

Todo tiene un precio: los fiscales de mesa entre $ 500 y $ 800, los generales $ 1.000, los “movilizadores” –a bordo de los autos buscan a los electores por sus casas y los llevan a las escuelas- $ 1.500 o por productividad ($ 40 por voto), la oferta para “convencer” a un presidente de mesa para que falte y lo reemplace uno propio $ 2.000. Los valores varían y también pueden crecer, de acuerdo con la urgencia y la disputa de la zona.

Llega el día y desde el amanecer nublado circulan los taxis, remises, autos particulares y motos con números e iniciales con la identificación del partido o el candidato en el parabrisas. En las aulas se acumulan las boletas, en algunos casos con más de 100 por el sistema de acoples en el que compiten varios candidatos a legisladores, en algunos distritos intendentes, concejales y delegados comunales con un mismo aspirante a gobernador.

Esa cantidad genera que también se amontonen los fiscales, en la Capital –con el mayor control- más de 20 en algunas mesas, la mayoría del Frente para la Victoria. En el inicio aparece la primera maniobra: urnas con boletas antes de abrirse el comicio.

El sistema de acoples lleva la tensión al extremo dentro del propio peronismo: cada voto vale para la disputa interna de concejales y delegados.

 Ya de mañana empiezan a conocerse episodios violentos: una pelea en Bella Vista con intento de robo de urnas, tres aparecen en un baño. En algunas escuelas los punteros disputan en plena fila los electores, con competencia en la oferta de bolsones, plata o lo que sea.

Al caer la tarde las batallas no tienen límites: cuerpo a cuerpo y a palazos. Las balas quedan marcadas en las puertas de las aulas para llevarse las urnas. Terminan incendiadas 42. El frente opositor compuesto por radicales, peronistas opositores, macristas, massistas y socialistas tampoco queda ajeno a la quema: las primeras dos las incendia un candidato radical en Sargento Moya.

Al mediodía también balean el frente de la casa y un auto de dos dirigentes del peronista Germán Alfaro, postulante a intendente de la Capital de la fórmula Cano-Domingo Amaya.

Los fiscales de partidos opositores denuncian casos de maniobras y hostigamiento de presidentes de mesa y veedores: que de entrada no están las boletas, que tampoco les permiten reponerlas con el argumento de que tal lista “no está oficializada”, que sólo pueden entrar a reponer tres veces en toda la jornada, que los fiscales generales no tendrán acceso al recuento o que únicamente lo harán cinco o seis de los más de 20 de mesa. Los reclamos se multiplican y Antonio Gandur, titular de la Junta Electoral, emite un comunicado para aclarar que están habilitados.

Se cierra el comicio con la sensación instalada de que falta lo peor, la pelea en el recuento. Daniel Scioli llega al caer la noche en el búnker de Manzur y José Alperovich montado en la Casa de Gobierno, se detiene ante los periodistas y habla de una “gran jornada democrática”, le pide a Mauricio Macri –también en esta provincia- que reconozca la derrota y cierra eufórico: “¡Viva Tucumán, viva Argentina!”.

Al rato llegan las noticias y las imágenes de los enfrentamientos y las urnas quemadas en San Pablo, Los Ralos, La Florida, Pizarro y otras.

Scioli se recluye en el despacho de Alperovich, se vuelve a mostrar recién de madrugada ya sin euforia y abandona la Casa de Gobierno con una bronca que no disimula y la plaza Independencia desierta. No hay festejos espontáneos ni posibilidades de movilizar: a esa altura se mantiene sin tregua la pelea por los votos.

Al día siguiente el escrutinio provisorio queda clavado en poco más del 80% de las mesas y Manzur, con una ventaja de casi 14 puntos, ratifica que se proclama ganador. Cano no lo acepta. Miles de tucumanos tampoco y se concentran para reclamar en la plaza Independencia.

Policías primero se abren paso con el polvo químico de matafuegos para arremeter con balazos de goma, bastonazos y gases lacrimógenos: decenas de heridos, entre ellos dos niños.

Dante Bustamante –jefe de la Policía provincial- aparece dando órdenes desde las escalinatas de la Casa de Gobierno, aunque a la mañana siguiente Alperovich pide a la Justicia “investigar a fondo los excesos” y responsabiliza a La Bancaria, parte del Acuerdo por el Bicentenario, de provocar la violencia. Jorge Gassenbauer, ministro de Gobierno, Seguridad y Justicia, no dice una palabra en toda la semana.

Más tucumanos protestan el martes en la plaza, en un momento un grupo de manifestantes avanza y unos 100 policías en medio de los dos vallados corren hacia un costado sin reprimir. El encuentro de Cristina con Manzur, previsto para el martes a la tarde, se suspende sin nueva fecha a la vista.

Antonio Gandur –presidente de la Corte Suprema provincial y titular de la Junta Electoral- dice que la elección fue “transparente” y arranca el escrutinio definitivo.

Rechaza el pedido de Cano por la apertura de todas las urnas, pero se discute casi todo y en las primeras jornadas autoriza abrir la mitad. Los radicales cruzan los datos de los telegramas con las planillas de los fiscales y aseguran que reúnen al menos unas 300 con diferencias que perjudican al Acuerdo por el Bicentenario.

Denuncian maniobras de presidentes de mesa y del Correo Argentino, controlado por integrantes de La Cámpora. Los apoderados piden la nulidad de la elección, pero únicamente para gobernador: ganan cuatro intendencias (Capital, Yerba Buena, Concepción y Bella Vista) y dicen que en esa categoría “no encuentran” irregularidades.

La Justicia Federal investiga la entrega de documentos por parte de jueces de paz a dirigentes políticos y el adulteramiento de padrones para incluir a personas de otras provincias. En el escrutinio definitivo aparece una urna “embarazada” –con unas 70 boletas más que la cantidad de electores- y otra vacía en las mesas de Capital, y se esperan mayores irregularidades en las del interior.

En las marchas y en las redes sociales denuncian, en algunos casos con presentaciones ante la Junta Electoral, actas y fotos, fallecidos en el padrón y personas que no pudieron votar porque otro lo había hecho antes. Los robos de boletas quedan en proporción casi como una picardía.

El Partido Obrero acampa en la plaza para reclamar por la detención de José Kovak, candidato en Los Ralos.

Las movilizaciones pierden convocatoria entre el miércoles y ayer, aunque no termina de apagarse la bronca y el hartazgo de una parte de los tucumanos por el clientelismo, la corrupción, el presunto fraude y la impunidad, con un rechazo en algunos casos a todos los integrantes del sistema político y también judicial.

Por unos días aparece cierto pudor: ahora cuesta encontrar un taxista que admita haber trabajado para un candidato en la elección.

La mayoría dice que no, hasta el que lleva cocaína en la guantera para vender en la cancha de San Martín.



Fuente: http://www.clarin.com/politica/Urnas-vacias-embarazadas-otras-trampas-Tucuman_0_1421857850.html